Nuestra vida constantemente gira en torno al tiempo, nos adaptamos a horarios y esquemas de vida demandados por la sociedad y en ocasiones por poner mayor atención a este tiempo que es como el oro para nosotros, nos olvidamos de lo que debería de ser verdadero y real en nuestras vidas.
Nos adaptamos tan rápido a los cambios que no evaluamos la bondad o maldad de cada uno de ellos, hacemos permisible lo que en un tiempo era imperdonable. Hoy la sociedad es la que marca las pautas para nuestro estilo de vida, empezando con las modas, la diversión, la popularidad, etc.
Y, ¿hacia donde nos lleva todo esto?, nos lleva a pensar en nuestra juventud, esa juventud que esta naciendo en pleno siglo veintiuno y la que ya esta actuando. La pregunta ahora es ¿cómo están viviendo? Hemos hablado de que la sociedad marca las pautas y estos estilos de vida han sido adoptados por los jóvenes en todo el mundo y en nuestra América Latina, y vemos que lo que esta marcando esta nueva sociedad ha sido la perdida de valores.
Vislumbremos el mundo actual, vemos madres solteras desde adolescentes hasta jóvenes adultas, vemos jóvenes jugando con las jovencitas buscando ser el mas popular por tener mas chicas a su lado. O también otros metidos en el alcohol que a su corta edad ya son contados dentro de los alcohólicos, otros más en el mundo de las drogas asegurando en ellos una muerte inminente. Todos ellos buscando una solución a sus problemas, mas que una solución un escape a su realidad, a su necesidad de amor verdadero.
El sexo actualmente ya no se relaciona con el amor, simplemente es un medio por el cual se satisfacen necesidades. La frialdad en los corazones se vislumbra cada día y la esperanza y fidelidad son utopías para muchos de ellos.
Ahora las leyes permiten cosas que en un tiempo no muy lejano eran aberración para el ser humano. Todo se vuelve parte de la vida diaria, se vuelve en algo que ya no causa escándalo ni asombro, simplemente es normal y recurrimos a la frase: “estamos en pleno siglo veintiuno”, que en ocasiones hace sentir anticuada a la persona a quien se le dice.
Esta es la situación social de nuestra juventud y de nuestro mundo.
Ahora bien, ¿cómo está dicha problemática en nuestra iglesia dentro de nuestros jóvenes?
Desafortunadamente este modo de vida está penetrando en algunos jóvenes de nuestra iglesia, en donde la falta de compromiso se da a conocer a simple vista, donde ahora la iglesia es aburrida y lo de afuera es mas divertido, no estamos lejos de este estilo de vida, miremos a nuestro alrededor y veamos a esos jóvenes, cuantos de ellos han perdido su virginidad a temprana edad, cuantas han salido embarazadas, cuantos otros viven en depresión constante y otros mas que se dedican a jugar con las señoritas de la iglesia.
¿Está lejana esta situación de nosotros?
Nuestro tiempo es valioso, pero nos estamos olvidando de lo verdadero y real. Somos un pueblo de Dios, somos ese pueblo escogido, ese real sacerdocio, ese pueblo SANTO. Nosotros debemos de marcar la diferencia cada momento de nuestras vidas.
Lo que es verdadero ahora y lo que es real, es que somos hijos de Dios apartados para su obra, y hechos para alabar y glorificar su nombre con nuestras vidas y con todo lo que somos, con la mente, el alma y el cuerpo. Y ante todo nuestra realidad es que debemos de ser santos delante de aquel que es Santo.
Pareciera ser difícil en medio de esta problemática social poder vivir en santidad, para los jóvenes aún mas porque su relación constante es con este mundo, sin embargo, es posible vivir esa vida como la de un hijo de Dios. La santidad no son prohibiciones, ni premisas con un NO antepuesto. La santidad es algo diferente.
La santidad es un estilo de vida, es dejar que nuestro corazón lleve el ritmo de los latidos del corazón de Dios, es estar presto a escuchar su voz, es reflejar el amor de El hacia nosotros y es obedecer en todo al creador.
En un mundo de cambio, nosotros podemos ser ese agente de cambio, si decidimos ahora entregar todo nuestro ser a la dependencia del Espíritu Santo y empezar a vivir una vida de verdadera santidad, tratando de llegar a la estatura del varón perfecto para que así podamos ser instrumentos vivos en manos del Dios vivo impactando corazones y vidas que están necesitados de ese amor y esperanza en el mundo actual.
“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es Santo, sed también vosotros SANTOS en TODA vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy Santo.” 1 Pedro 1: 14 – 16